Donald Trump llegó a la Casa Blanca con las promesas de poner fin a la reforma sanitaria de Barack Obama (Obamacare), al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), de construir un muro en la frontera con México y de hacer “más seguro” a Estados Unidos impidiendo la entrada de potenciales terroristas.
Cien días después, el mandatario estadounidense no ha cumplido ninguna de ellas. Jueces y congresistas se lo han impedido y lo han obligado a cambiar de estrategia en asuntos clave, tanto a nivel nacional como en la escena internacional.
De tachar a la OTAN de “mecanismo obsoleto” pasó a considerarlo un valioso instrumento para contar con aliados ante retos como el terrorismo. China, país al que amenazó con sanciones por sus políticas comerciales, hoy es un apoyo frente a la crisis de Corea del Norte. Tras decir que construiría la mejor relación posible con Rusia, hoy se enfrenta a Moscú por la crisis siria.
El empresario se revela hoy cansado, nostálgico. Para México, lo más aconsejable es permitir al aprendiz seguir con sus cursos de inmersión en la compleja realidad de gobernar.
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